Si bien muchos factores diferentes motivan el desarrollo tecnológico, uno de sus principales objetivos es satisfacer las necesidades de los humanos. La necesidad es la madre de la invención, y la existencia misma de la mayoría de la tecnología se debe al servicio que brinda y a los problemas (sociológicos, económicos, humanitarios, etc.) que resuelve. Esa es una de las razones originales por las cuales se implementó el sistema de patentes de los Estados Unidos: para ayudar a habilitar e incentivar la creación y el desarrollo de bienes, artes y ciencias útiles.
Con el tiempo, sin embargo, la orientación del sistema de patentes estadounidense con el panorama tecnológico más amplio ha cambiado bastante. La utilidad y efectividad de la ley moderna de patentes para servir al bien mayor ha sido cuestionada periódicamente desde al menos mediados del siglo XX. Y se han planteado nuevas dudas a un nivel sin precedentes debido al abuso desenfrenado de la ley de patentes por parte de entidades que han adquirido patentes sin intención de desarrollarlas o implementarlas, entidades que se han ganado el apodo de "trolls de patentes".
Se llaman "trolls" porque obstruyen la innovación como un troll que protege un puente, evitando el paso a menos que se cobre una tarifa. Son depredadores porque, por definición, solo obtienen patentes fraudulentas con el único propósito de generar ingresos a través de litigios. Las patentes son fraudulentas porque no hacen ninguna contribución sustancial a la tecnología a la que afirman tener derechos. Simplemente bloquean el progreso tecnológico y la innovación en aras de su propio beneficio monetario.
